En mi época de Papiro Impresiones, mi porte
andaba siempre impecable; de traje, con tacones, y por supuesto un rostro
limpio con una pizca de color. ¡¡¡Quien
me ha visto y quien me ve!!! Claro que,
en esos tiempos, además del diseño e
impresión de la publicidad, la venta a puerta fría aparecía en mi agenda. Sin importar el sector, todos los martes
decidía una zona en el mapa y allí me iba, con mi maletín colgado al hombro a
pasear algunas horas.
Rondaba el 2006, cuando al sentirme saturada de trabajo, cambié la dirección de la imprenta a un lugar donde pudiera trabajar sin
interrupciones, a puerta cerrada. De
permanecer en el taller 3 ó 4 horas, pasé a permanecer hasta 12 y 15 horas diarias. Fue
entonces que, progresivamente, mi vestimenta fue adaptándose a las circunstancias. Los polos y camisetas
fueron aumentando en mi armario, los vaqueros también, y cómo no, el calzado
equivalente al atuendo.
¡Y QUÉ COMODIDAD!
Y todo esto, viene porque me he tropezado con un vídeo de Roberto Mtz titulado: ¿Qué pasaría si una mujer usara la misma ropa todos los días?
Tengo decenas de camisetas negras y
azules, como mínimo 10 por modelo y color. Si no hay nubes abro el primer cajón, y si las hay el segundo. No
importa la escogida hoy; a veces hasta sale alguna en fucsia o verde. ¿Pantalones? También tengo mi tienda
preferida por sus vaqueros, así que más de lo mismo. ¿Calzado? No, no tengo diez por modelo, con dos me conformo ;-)
Invierto mi tiempo en lo que considero es realmente importante. Se acabaron las tediosas idas y venidas al probador, las colas para pagar y el ir de tienda en tienda durante horas, y el ¿¿¿Qué me pongo esta mañana??? Menudo peso me quito.
Me siento cómoda y ligera, no necesito
más; mi armario es perfecto.
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