martes, 6 de diciembre de 2022

La Constitución española de 1978

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Por aquel tiempo, en 1978, yo contaba con cinco años. Posiblemente, por ser muy pequeña, no recuerdo alboroto en las calles por la reciente creación de La Constitución española, ni visualizo festividad alguna cuando fue ratificada en un día como hoy, 6 de diciembre, de hace cuarenta y cuatro otoños.

La censura continuaba vigente y el temor a las represalias ahuyentaban a muchos, pues ni tan siquiera años más tarde me permitieron tararear: “Franco, Franco, tiene el cul…”; la cachetada de mi madre, después de haberla desoído por segunda o tercera vez, daba por concluida la lección. Sí me respondió _después de bajarnos del autobús_ que podían encarcelarnos, por lo que esa imagen tenebrosa, de una oscura y fría celda, fue más que suficiente para frenar mis futuros impulsos; el terror yacía ya dentro de mi mente y logró silenciar, por siempre, la susodicha tonadilla tan pegadiza.

No obstante, casualidades de la vida,  el 6 de diciembre siempre representó una fecha extraordinaria en mi infancia, tan especial  que la marcaba en el recién impreso calendario del año que estaba todavía por comenzar; mi bisabuelo Primitivo venía desde el pueblo, a unos 50 km de distancia, hasta Palma, quedándose unos días en casa de mi abuela. Me decía que los del pueblo eran muy sosos para las fiestas, al contrario de los palmesanos, quienes deslumbraban por su simpatía. De más mayor descubrí que eran metáforas, como tantas otras, de la democracia imponiéndose a las secuelas de una prolongada dictadura, y que, a pesar del  recelo de muchos, en las ciudades penetraba más veloz que en los pueblos ese aroma tan inconfundible de la libertad.

Continuará...



viernes, 17 de mayo de 2019

El Yin y el Yang

Meses atrás no me atreví a pedirle al vecino uno de sus recién nacidos, y no por falta de ilusión en traerme a casa una mascota; Nura permanece junto a mi, no ha querido dejarme sola, y algo más que sus cenizas en la pequeña urna, sobre el escritorio, acompañan estos pensamientos míos.

Nura, Palma 2011
 
Hoy hace ocho días que el momento adecuado surgió, y el maullido que se escucha no proviene del patio del vecino, sino que está acurrucado entre mi panza y el sostén de la bata aterciopelada, tan suave y cálida, que estoy segura que me considera su nueva mamá.  Tiene el pelo más esponjoso y largo de lo normal, pues según me dijo Mary, su bisabuela es la persa gris que tuvieron.  Minnie es blanca con manchas negras, igual que era Yin Yang, y sus ojitos azulados se están volviendo verdes como los tuvo él; dademás de que Minnie tiene la punta de la colita blanca, también se diferencian en sexo y carácter. 

Minnie 2019 - 4º día en casa

Yin Yang era un terremoto indomable, aún así, entre todos sus hermanos y primos, fue el único que me traje al mudarme a la ciudad. Posiblemente, en aquella época escogí según mi estado anímico, y hoy ha sido el destino o azar quien ha seleccionado a semejanza de mi actual paz.

Sin darme cuenta, ocho son los años que Yin Yang se fue, un sábado antes que mi abuela, y nueve son los meses desde que Nura también marchó hacia el cielo. Los 46 están más próximos de los 50 que de los 40, y esos 41, 42, ...son una neblina desdibujándose, dejando una sutil e irreconocible huella de su figura y vigor; vestigios sobre los que han sido trazados nuevas líneas, curvas y tropiezos.

Minnie se despereza asomando sus mini patitas, mostrando una sonrosada lengua medio enroscada y afilados colmillos blanquísimos, esos mismos que cosquillean mis dedos al ser atacados con su juego. ¡Qué gratitud siento por la vida!


Minnie 2019 - 6º día en casa

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Minnie ha espabilado súbitamente saltando de mis brazos al escritorio, y mientras me despisto al apartar el móvil, como podéis observar en el párrafo anterior, ella aprovecha para escribir unas palabras que no logro descifrar; si alguien sabe traducir el idioma minino, gracias por adelantado. Alejo a Minnie del teclado y sus juguetes ahora son los bolígrafos, lapiceros, mechero, bolsa chicles, ... 

¡Cuánta gratitud siento!
¿De verdad estoy despierta o es la vida un sueño?
_Calderón de la Barca, dime tú qué opinas???
                      
Me desperezo yo también estirando mis brazos hacia el techo, cruje mi musculatura y bostezo.  Los 46 están a dos calles del ahora mismo y no me inmuto. Mi piel sí, es menos elástica, y a pesar de mi alma, corazón y cuerpo joviales, ésta se resiente a las inclemencias. A veces observo mis arrugas frente al espejo, el de aumento, así muy de cerca con mucha luz, por si pretendiera el auto engaño vendar mis ojos, pero la ausencia de maquillaje delatan más dichas que desventuras. Me río incluso con los restos de esta papada que comienza a ser un colgajo, y me pregunto entonces por qué hay quien se resiste a envejecer con alegría, si cuanto más te opones a la realidad, mas rápido la sonrisa se marchita. 

Inmensa gratitud en sentir con el alma la vida, y tomarme las vicisitudes del camino como un divertido puzzle; lo más importante (valga el dicho popular) es participar. 

Ha sido todo un placer conocer los 41, 42, y los inolvidables 44 que arrancaron tan llenos de dudas e imprevisibles preguntas; de los que me alejo inevitablemente cada día ese poquito más. ¡Cuánta añoranza percibo ya!  

Cuarenta y Cinco, no se qué decir de ti; te siento como a Nura, que aún no te has ido, y de seguro quedan muchos aventuras por agradecer.

Rompiendo desde dentro. Palma 2018 by Isabel Orilla



“Capítulo Cuarenta y Seís”
 •••Próximamente•••




miércoles, 27 de marzo de 2019

Los niños del mañana

De pequeña me preguntaba constantemente por qué Dios me escogió a mi para concederme los dones que tengo.  Ojalá se los hubiera otorgado a otra persona que los necesitara más que yo, pero en el sorteo salió mi nombre...  En la actualidad me pregunto por qué los conservo, por qué no me los arrebata. No les saco provecho alguno, más bien me estorban.  Imagino que debe ser una recompensa por descuidarme cuando más lo necesité; típico en Dios, igual que equivocarse para luego culpar a Adán y Eva de sus pecados y consecuencias.

Retablo en Iglesia Parroquial de Sant Pere, Petra.
Mallorca 2019 by Isabel Orilla

Suena el teléfono y no es Mary aunque en el móvil salga su nombre, se que es su nena Sofi para preguntarme cuando voy a ir.  Lo que me encantan los niños pequeños, y sin embargo, el nulo sentimiento por ser madre que he tenido; a Dios se le debió olvidar implantarme el reloj biológico, o si fue con motivación, ni el mismo recuerda. 

San Jorge en entrada principal Iglesia San Francisco.
Palma de Mallorca 2018 by Isabel Orilla

Sofi me ha narrado varias de las actividades de hoy en el cole, y cuando nos veamos, me va a dar un dibujo que acaba de terminar para mi. Hemos hablado casi media hora, y en momentos tan tiernos, es cuando vislumbro algo de esperanza en la humanidad.


miércoles, 2 de enero de 2019

Uno más Uno DosMil19

Amanece un nuevo día, segundo del año estrenando sonrisas, sueños y ensueños. El candor del sol alcanza mi noroeste, y el lloriquear de un bebé gatuno me provoca bajar y pedir a los vecinos me dejen adoptar uno.

Suenan los acordes de un melancólico violín,  como sumergido en aguas profundas y en las que no deseo zambullirme, aunque dejo que siga llorando como si sus lágrimas le fuesen, a mi corazón, ilegibles y lejanas.

En pocos minutos, vigoroso y arrogante, emana en el aire “El Invierno” de Vivaldi; estoy salvada.  Las pulsaciones con las que el destino me tic-tea revolucionan el segundero, transcurriendo el doble, el triple tal vez, de instantes emocionantes; y no por sentir intensamente es la causa de mi locura.

¿Marioneta de las constelaciones? Quizás me deje acusar, no es tan grave danzar entre las estrellas o marcarme un paso doble fuera de contexto.  No, no hace tanto calor como piensan, ni tanto frío; el punto medio se encuentra en el alma.

Las Pinceladas en el cielo se han tornado fuego. El nuevo día ya no es tan nuevo.

Atardecer en Palma. Diciembre 2018 by Isabel Orilla




domingo, 30 de diciembre de 2018

Sombras

Un preservativo roto fue el accidente que me trajo a la vida,  ¿entiendes? Esos fueron mis principios, el escapar junto a todos mis hermanos de aquel horrible lugar.

No recuerdo el camino ni como alcancé el útero, aunque conociéndome, de seguro tomé un grandioso impulso.
  -Por allí, la luz es por allí... 

Entre tú y yo, de seguro yo rasguñé el caucho para obtener el oxígeno y la libertad. No fue fácil. Nunca lo ha sido.

Sombras. Palma 2018 by Isabel Orilla



viernes, 2 de febrero de 2018

Usar el mismo modelo de ropa todos los días

En mi época de Papiro Impresiones, mi porte andaba siempre impecable; de traje, con tacones, y por supuesto un rostro limpio con una pizca de color.  ¡¡¡Quien me ha visto y quien me ve!!!  Claro que, en esos tiempos,  además del diseño e impresión de la publicidad, la venta a puerta fría aparecía en mi agenda.  Sin importar el sector, todos los martes decidía una zona en el mapa y allí me iba, con mi maletín colgado al hombro a pasear algunas horas.

Rondaba el 2006, cuando al sentirme saturada de trabajo, cambié la dirección de la imprenta  a un lugar donde pudiera trabajar sin interrupciones, a puerta cerrada.  De permanecer en el taller 3 ó 4 horas, pasé a permanecer hasta 12 y 15 horas diarias. Fue entonces que, progresivamente, mi vestimenta fue adaptándose a las circunstancias.  Los polos y camisetas fueron aumentando en mi armario, los vaqueros también, y cómo no, el calzado equivalente al atuendo. 

¡Y QUÉ COMODIDAD! 


Y todo esto, viene porque me he tropezado con un vídeo de Roberto Mtz titulado: ¿Qué pasaría si una mujer usara la misma ropa todos los días?  


Tengo decenas de camisetas negras y azules, como mínimo 10 por modelo y color.  Si no hay nubes abro el primer cajón, y si las hay el segundo. No importa la escogida hoy; a veces hasta sale alguna en fucsia o verde.  ¿Pantalones? También tengo mi tienda preferida por sus vaqueros, así que más de lo mismo. ¿Calzado? No, no tengo diez por modelo, con dos me conformo ;-) 

Invierto mi tiempo en lo que considero es realmente importante.  Se acabaron las tediosas idas y venidas al probador, las colas para pagar y el ir de tienda en tienda durante horas, y el ¿¿¿Qué me pongo esta mañana??? Menudo peso me quito.


Me siento cómoda y ligera, no necesito más; mi armario es perfecto. 


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